martes, 25 de septiembre de 2007

"La Mejor Buceada Es La Que Se Platica"



-Hubo mucha corriente.


-No se veía nada.


-Se rebotó el sedimento.


-Abortamos la inmersión.


-No vimos más que pura agua.


-Se le acabó el aire como siempre.


-Vimos pura agua (y no era temporada!!! jajajaja!!!).


-Duró muy poco.


-Nos perdimos.


-Ibamos durmiendo en la nocturna.


-Le dimos de comer a los pecesitos (la wachara!!!).


-No trajimos lastre y bajamos con piedras y botellas de refrescos llenas de arena. (Que viciosos!! ¿Cómo con piedras y botellas?!!).


-Perdieron el cabo.


-También lo perdimos nosotros.


-Le dimos tres vueltas al mismo lugar.


-No funcionó la válvula de su tanque.


-Intercambiamos de pareja porque nos acomodaba mejor (que eso pasara en superficie!!).


-"Ya quiero bajar, apúrate".


-"¿Qué se te va a ir el tren?".


-"A mi no me pongas a cuidar a nadie, yo vine a disfrutar".


-Nos enojamos: "Es mi buceo y se respeta" o el clásico "mmmtaaa madree ya salimos".




¿Y Que? Entramos Juntos Y Salimos Juntos.




"La Mejor Buceada Es La Que Se Platica"




Frase Celebre De Pedro S. Montes Mejia


(Instructor GEISA - IPN)

jueves, 20 de septiembre de 2007

Carl Brashear, Una Historia Verídica Y De Honor






Una verdadera historia de Honor y perdón por la rebundancia, pero esto es verdadero Honor a quien Honor merece...






Una persona grandiosa, y un ejemplo de vida que no debemos olvidar nunca es lo que me ha enseñado este gran hombre llamado Carl Maxie Brashear (Enero 19, 1931).






La historia de Carl Brashear es muy conocida, casi legendaria, en los ambientes navales de Estados unidos. Antes de retirarse, se convirtió en el primer Comandante en Jefe y Buzo de alta mar afroamericano en la historia naval de ese país, a pesar de un accidente que lo dejó lisiado.






La lucha de Brashear para unirse a la singular unidad de buzos de alta mar de la Marina y alcanzar su puesto más alto fue un reto personal. Brashear nació en 1931, era hijo de un familia de campesinos en Sonora, Kentucky. En 1958 se unió a la Marina a la edad de 17 años; el mismo año en que el presidente Truman abolió la segregación en la milicia de los Estados Unidos. Pero el lugar no era lo que esperaba. De pronto se encontró asignado y confinado a una galera, como todos las personas de color y filipinos de la época. Pero una vez que observó la especialidad del buceo de alta mar, Brashear se comprometió consigo mismo en hacerla su profesión, que era inaudito para un marinero de color en aquella época.



Una vez admitido en la Escuela de Buceo de la Marina en Bayonne, Nueva Jersey, Brashear tuvo que sobreponerse a las limitantes de una educación que solamente lo llevó hasta el 1er año de secundaria. Su espíritu indomable le permitió resistir a la adversidad y la exclusión. La mejor respuesta a los obstáculos que enfrentaba era simple: trabajar incansablemente.






Brashear lograría una notable carrera como buzo de la Marina. Incluso después de haber perdido en 1966 la mitad de una pierna durante el rescate de una ojiva nuclear en el Mediterráneo. A través de su extraordinaria fuerza de voluntad, convenció a los dudosos oficiales navales que era capaz de cumplir sus funciones, incluso con su amputación. De hecho, no solamente continuó buceando, sino que también se certificó como buzo especialista. En 1998, se convirtió en uno de los siete hombres reclutados en la historia, en ser condecorado en los archivos navales.

La Primera Ola Del Mar




Todavia vacilante, el niño titubea sobre la playa; se dirige absorto hacia el mar que ve por primera vez. Sorprendido, se para de repente: la primera ola del mar viene a romper a sus pies en un susurro. Sus ojos se fijan a lo lejos, grandes, abiertos sobre lo que oculta el horizonte. Esta revelación del infinito la he leído en la mirada perdida de mis hijos; yo la he experimentado también, y ella ha motivado mi vida son saberlo.




La primera ola del mar detiene la carrera del niño al tiempo que le transporta lejos. El agua de la que el está lejos, el agua delicada en la que ha vivido sus primeros meses está ante él, inmensa, cariñosa y amenzante a la vez.




Jamás he olvidado la lección de humildad y orgullo. Casi sin pensarlo me he lanzado en una vida consagrada a conocer mejor el mar. Mi orgullo lo he volcado en un amor insensato a la vida, en una curiosidad insaciable, en los juegos apasionantes del descubrimiento, en mi total inconsciencia de lo imposible. La humildad la experimento con terror ante los horizontes que se alejan sin cesar a nuestro avance y ante la soledad de nuesta especie en el universo.




Los compañeros que han compartido las aventuras de las primeras inmersiones autónomas, los cruceros del Calypso y las luchas para proteger el mar y las aguas de nuestro frágil planeta han experimentado los mismos entusiasmos y las mismas dudas.




Hemos aprendido juntos que las realidades del océano, del universo y de la vida eran una fuente ilimitada de asombro, y que los mitos y la ficción sólo desviaban esta admiración hacia fuentes mucho menos extraordinarias. Hemos vivido riesgos casi siempre inherentes a la inmersión, pero muy raras veces debidos a las fieras del océano. Hemos constatado que las motivaciones de los animales marinos eran exactamente las mismas que la de las criaturas que viven en las junglas terrestres, lo que confirma la unidad de la vida. Nuestra ruta ha estado jalonada de invenciones o innovaciones, como la inmersión, los submarinos de exploración y de intervención, las islas artificiales, la inmersión industrial profunda, la utilización de satélites en oceonografía.




En la mayoria de mis cuncuenta expediciones por todos los mares del mundo han participado científicos que enriquecían con sus conocimientos y métodos nuestros descubrimientos. Es, en cierto modo, el balance de casi medio siglo de esta extraordinaria colaboración entre exploradores y científicos lo que tengo el honor de presentar. Os invito a que os iniciéis con ellos secretos del mundo de los océanos.




Para comprender los lazos que nos unen a todos los seres vivos y mejor juzgar el milagro de nuestra propia vida, dejad romper sobre vosotros la primera ola del mar.




Jacques-Yves Cousteau

jueves, 13 de septiembre de 2007

¿Sabes cómo es...?


¿Sabes cómo es...?


¿Sabes lo que tienes que hacer para encontrarte con una sirena?

Bajas al fondo del mar.

Donde el agua ya ni siquiera es azul, y el cielo es solo un recuerdo.

Flotas alli, en el silencio, y te quedas alli.

Y decides que moriras por ellas.

Solo entonces empiezan a salir.

Vienen y te saludan, y miden el amor que sientes por ellas.

Si es sinsero, si es puro, se quedarán contigo y te llevaran con ellas para siempre...